Soñando


Había una vez un bebito que vivía en la pancita de su mamá calentito, tranquilito y feliz. A las 41 semanas de gestación decidió que ya había pasado suficiente tiempo para estar preparado para ver la luz del sol, así que decidió salir de su refugio.


El día de su nacimiento no hubo prisas por que naciera, nadie lo sacó por la puerta de atrás, ninguna señora llamada Oxitocina entró a buscarlo por la fuerza, ni las máquinas que muchas veces van a buscar a los niños que no salen, tampoco tuvieron que acudir.


Simplemente al asomarse a este mundo, se encontró con la agradable sorpresa de tener allí a su papá y a su mamá que enseguida le entregó el mejor regalo que se le puede entregar a un bebé, su piel y su leche que tomó de su tetita.


Además en los primeros segundos de esta llegada al planeta tierra la comadrona que también le esperó para nacer, entendió de la importancia de que recibiera toda la sangre del cordón humbilical que solamente cortó cuando dejó de latir.


Entonces decidió dejar a aquella familia que acababa de formarse solita para que se conocieran. Que recibimiento tan maravilloso para un bebé!


Porque este bebé había llegado a un mundo donde los bebés y los niños tenían su lugar privilegiado. Las mamás habían aprendido que el mejor lugar para sus bebés eran su brazos, sus regazos y su pecho. Y los papás entendían que necesitaban apoyar a esas mamás para que las cosas fueran de este modo, porque era lo mejor para todos, empezando por los bebés.


Los padres se dejaban guiar por su instinto y las lágrimas no eran algo habitual en la educación de los niños.


La sociedad, entendía que los bebés y los niños necesitaban el cariño de las familias para crecer sanos física y emocionalmente y apoyaba también a estas mamás y papás en esta tarea.


Había una verdadera conciliación laboral, en la que no se creía que estar criando a los hijos fuera una pérdida de tiempo, si no un bien para el futuro de la sociedad en general...


Entonces me desperté esta mañana... y me encontré que solamente el que lucha por estos derechos que deberían ser innatos obtiene resultado alguno... quizás el día que todo esto cambie, cambiará el mundo. Que así sea.


[Por Miriam Hernández Bravo]

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